“La conmoción trae éxito. La conmoción sobreviene: ¡hu! ¡hu! Palabras risueñas ¡ha! ¡ha! La conmoción siembra el miedo por una distancia de cien millas. Él no deja caer la cuchara y el caliz rituales.”
La conmoción producida por la manifestación de Dios dentro de la tierra causa temor al hombre, pero este temor a Dios es bueno porque le permite seguir con alegría interior y la felicidad. Si uno ha adquirido el conocimiento interno de lo que son el miedo y el temblor, uno está protegido contra las conmociones que podrían causar las influencias exteriores. Incluso si el trueno retumba hasta el punto de sembrar el miedo a cien millas a la redonda, uno permanece interiormente tan lleno de calma y veneración que uno no interrumpe los ritos sacrificiales. Una gravedad tan profunda e íntima, sobre la cual rebotan impotentes todos los motivos externos de miedo, es la disposición espiritual que deben poseer los guías de los hombres y de los gobernantes.