“La Espera. Si eres sincero, tendrás brillo y éxito. La perseverancia trae buena fortuna. Es ventajoso atravesar la gran corriente.”
La espera no consiste en una esperanza vacía. Hay una certeza interior de alcanzar la meta. Sólo esta certeza interior da la claridad que lleva al éxito. Ella conduce a la perseverancia que trae fortuna y confiere la fuerza para atravesar las grandes aguas.
Alguien se enfrenta a un peligro que debe ser superado. La debilidad y la impaciencia no ayudan. Sólo el que es fuerte puede superar al destino, porque puede mantenerse firme hasta el fin gracias a su seguridad interior. Esta fuerza se revela como una veracidad inflexible. Sólo cuando tenemos el coraje de enfrentar las cosas tal como son, sin ningún engaño ni ilusión, tenemos la claridad suficiente para observar toda la línea de acontecimientos y reconocer el camino al éxito. Este reconocimiento debe ser seguido por una acción decidida y perseverante, puesto que es solamente cuando uno afronta resueltamente su destino que puede dominarlo. En ese momento el hombre estará preparado para cruzar las grandes aguas, es decir, será capaz de tomar las deci¬siones necesarias para superar el peligro.