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43. KUAI, LA IRRUPCIóN (La resolución)

    “La irrupción. Resueltamente uno debe dar a conocer el asunto en la corte del rey. La verdad debe ser proclamada. Peligro. Es necesario avisar a su propia ciudad. No es oportuno recurrir a las armas. Es ventajoso emprender algo.”

    A veces en una ciudad, sólo un hombre vulgar que tenga una posición dominante, puede subyugar a los hombres nobles. Si el corazón alberga una sola pasión, ésta puede llegar a oscurecer la razón. Pasión y razón no existen cada una por su lado, sino que luchan sin cuartel para que prevalezca el bien en la clase dominante. En una lucha decidida del bien contra el mal hay reglas absolutas que no pueden ser ignoradas si uno quiere triunfar.
    La resolución debe basarse en una unión de fuerza y amistad. Un compromiso con el mal no es posible. Lo malo siempre debe ser rehusado abiertamente, bajo cualquier circunstancia. Ni las propias pasiones ni los defectos deben permitirse.
    La batalla no debe ser conducida con violencia. Dondequiera que se detecte el mal, si se piensa recurrir a las armas y si uno se complace recurriendo a la fuerza, respondiendo a un golpe con otro golpe, uno lleva las de perder implicado en un juego de odio y pasión. Por eso es importante comenzar arreglando sus propios asuntos y ocuparse de los propios defectos que se han descubierto en sí mismo. Así, al no encontrar adversarios, la fuerza del mal se contrarresta por sí misma.
    Incluso nuestros propios defectos no deben ser combatidos directamente: mientras luchemos contra ellos, ellos serán victoriosos. La mejor manera de combatir el mal es un progreso enérgico del bien.