Visualicen nuevamente la cadena de montañas en el valle donde está la selva y la aldea. Frente a esas montañas, pueden ver el inmenso trigal dorado, y en medio de todo, la figura de la esfinge: quieta, con rostro de mujer, patas de león y toro, y alas de águila. Todo es calma, salvo el movimiento constante de los ojos de la esfinge, que observan todo a su alrededor.
Ahora, sientan un temblor dentro de la esfinge, una vibración que crece y comienza a cuartearla. Visualicen cómo las grietas se expanden y cómo trozos enteros de la esfinge empiezan a desprenderse y caer. Sientan cómo aquello que los protegía, que los envolvía, comienza a desmoronarse y disolverse, liberándolos. Empiecen a percibir la necesidad de desplegarse, de abrirse completamente.
Sientan el placer profundo al expandirse, al extenderse más allá de los límites de ese capullo que los mantenía confinados. Ahora, salgan de la esfinge. Dense cuenta de que su cuerpo ha cambiado: se han transformado en una figura hermosa, una mujer con bellísimas alas de mariposa. Experimenten la sensación de gozo al desplegar esas alas, al abrirse al mundo con su nueva forma. Sientan el placer de moverse con ligereza, de extenderse completamente, de la belleza de su cuerpo y la liviandad que los envuelve.
Una sonrisa comienza a surgir desde lo más profundo mientras disfrutan de esta apertura. La brisa acaricia su cuerpo, envolviéndolos suavemente. Sientan cómo la brisa empuja sus alas, moviéndolos con delicadeza. Dejen que el aire los eleve, sintiendo la alegría de esta ligereza, de esta elevación suave mientras apenas mueven sus alas coloridas.
Sientan la dicha de danzar en el aire, ascendiendo cada vez más alto, observando cómo los restos de la esfinge y el trigal dorado se hacen cada vez más pequeños. A medida que suben, nuevas partes de la montaña se revelan ante ustedes, y ahora pueden ver más allá del valle. Una inmensidad desconocida se abre ante sus ojos. Nuevas aldeas, ríos, planicies y bosques aparecen, y muy a lo lejos, una gran montaña oscura con una luz en su cima.
Perciban la sensación de que el mundo se ha expandido de manera infinita, y sienten un profundo deseo de conocerlo, de recorrerlo. Al mismo tiempo, también sienten una atracción hacia la selva y la aldea de donde provienen. Desde su punto en el cielo, pueden ver el maravilloso mundo del que surgieron, así como el vasto horizonte que los espera más allá.
Noten que si se alejan hacia la nueva visión, perderán de vista la aldea, y si regresan hacia la aldea, perderán de vista lo que hay más allá de las montañas. Entonces, se dan cuenta de que hay un solo lugar desde el cual pueden abarcarlo todo: ahí, danzando en el aire, sobre la cadena de montañas, donde pueden ver tanto el origen como lo que les espera. En ese punto medio, experimentan la belleza y la perfección, lo infinito y el gozo.
Sonríen, porque ahí, en ese espacio de equilibrio, todo está presente. Nada se pierde.
Esta es la imagen para el signo de Libra.