Vean otra vez a la hermosa mujer/mariposa de Libra danzando en el viento, sonriente, exactamente perpendicular a la cadena de montañas que encierra el valle de origen. Del otro lado están los nuevos valles, las nuevas aldeas, los nuevos mundos. Observen otra vez el balanceo, pero vean cómo ahora la atención de la mujer/mariposa se dirige hacia un brillo en la cima de una montaña. Ese brillo atrae irresistiblemente a la mujer/mariposa, y sientan que ustedes son esa mujer/mariposa, atraídos por el brillo que les hace descender hacia la montaña, hasta apoyarse en la roca y ver que ese brillo es la empuñadura de una espada que está hundida en la piedra. Esa espada los atrae tanto que van a tomar su empuñadura y, en un gesto muy suave pero decidido, van a extraerla de la piedra. Miren la espada, el metal, el filo, sientan el peso, vean el brillo, pero sobre todo sientan el poder de esa espada, la vibración que tiene y cómo su poder los transforma. Ustedes se transforman en un guerrero. Siéntanse un guerrero decidido a descubrir, a conocer, a recorrer los mundos desconocidos. Sientan la sed por lo desconocido. Lo desconocido los atrae, y tienen que ir hacia allá, olvidándose de todo lo demás. Sientan el anhelo de lanzarse montaña abajo. Háganlo. Sientan cómo bajan con rapidez, casi con precipitación, tomando riesgos, hasta que ya están alcanzando el valle que hay del otro lado. Siéntanse en las llanuras y quieran lanzarse hacia las aldeas nuevas para conocerlas y descubrirlas.
Pero, de pronto, verán que una grieta se abre en la tierra ante ustedes, y que algo ruge y se estremece. La tierra se ha agrietado; una hendidura gigantesca y oscura está ante ustedes. Ustedes presienten que allí hay algo que se mueve, algo que está por emerger. Algo muy oscuro y antiguo comienza a salir de las profundidades de la tierra, de la oscuridad. Tiene forma de reptil, lleno de escamas húmedas, con enormes garras y una gigantesca cola y grandes alas viscosas, echando fuego por las fauces. Un dragón ha emergido del fondo de la tierra. Ese dragón les impide el paso y se lanza sobre ustedes. Ustedes sienten que no van a huir, sino que van a luchar con el dragón, van a querer vencerlo. Háganlo. Golpeen al dragón con la espada. Sientan cómo hieren la antiquísima carne del dragón. Sientan cómo el dragón responde con sus garras y también los hiere y lastima. Luchen con fuerza, denodadamente. Es vida o muerte. Ustedes golpean y hieren, y son heridos, pero resisten. Hasta que de un golpe muy certero van a cortar la cabeza del dragón, van a verla rodar y van a sentir el alivio del descanso y la alegría de la victoria.
Pero, cuando ustedes quieren emprender nuevamente la marcha, van a ver que el dragón regenera su cabeza. Con una nueva cabeza, el dragón se lanza sobre ustedes. Imaginen que esto ha sucedido muchas veces, y que muchas veces han cortado la cabeza del dragón, pero esta siempre vuelve a aparecer, y el dragón vuelve a atacar y la lucha continúa. Siéntanse sangrantes, heridos, exhaustos. Pero ahora miren los ojos del dragón. Esos ojos los atraen irresistiblemente. Vean la mirada del dragón. Vean cómo también el dragón está herido, cansado, sufriente. Sientan en su interior los ojos del dragón, y van a tener ganas de acercarse a esa bestia. Van a querer acariciarlo, más allá de la repugnancia. Toquen esa piel escamosa y antiquísima. Sientan su aliento. Sientan el anhelo de acercarse aún más a ese ser monstruoso. Sientan las ganas de abrazarlo, las ganas de subirse al dragón. Háganlo. Siéntanse sobre el monstruo.
Sientan la vibración de ese ser antiquísimo. Sientan el poder del dragón. Ustedes cabalgan el poder del dragón, y el dragón levanta vuelo. Siéntanse llevados hacia arriba por el poder del dragón. Sientan cómo el dragón se lanza hacia el Sol y sube, y sube. Sientan el éxtasis de esa ascensión, y vean cómo, de pronto, el dragón cambia de dirección y se lanza en picada nuevamente hacia la tierra. Sientan que no pueden controlarlo, que no hay forma de detenerlo. Va hacia abajo, hacia la tierra otra vez, indomable. Sientan cómo se lanza sobre una aldea y, arrojando fuego por la boca, destruye las casas. Vean los rostros horrorizados de los aldeanos. Ustedes no pueden evitarlo, no pueden detenerlo. El dragón destruye y, al hacerlo, vuelve a ascender y se lanza nuevamente hacia el Sol, hacia el éxtasis. Imaginen que esto ha sucedido muchas veces. Ascensos y descensos. El éxtasis de la ascensión y la caída y la destrucción. Sientan que en cada movimiento comprenden más la naturaleza del dragón, acompañan mejor la naturaleza del dragón, pero no pueden cambiar el curso de ese movimiento. Ustedes ascienden y descienden. De la luz a la oscuridad. Ascendiendo y descendiendo. Con el poder del dragón…
Esta es la imagen para el signo de Escorpio…