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4. Visualizacion Cancer

    Perciban otra vez al bebé dorado, flotando en el espacio. El espacio ya se ha llenado de estrellas, de luz y de oscuridad. Siéntanse rodeados por esas estrellas, por la inmensidad del espacio. Vean cómo el bebé dorado, con su risa y su alegría, ha aprendido a construir universos cada vez más complejos con la luz y la oscuridad. Observen cómo ahora está creando una esfera, una enorme esfera en la que predominan los reflejos azules. Ahora lanza esa esfera al espacio. Vamos a seguir la trayectoria de ese objeto esférico, ovoide, hasta que se ubique en el espacio. Vamos acercándonos a él. Vamos a ver que es un planeta, un planeta azul. Vamos a ver un veteado blanco que, si nos acercamos más, descubriremos que son nubes que lo cubren en ciertas zonas. Si nos acercamos más aún, vamos a descubrir los contornos verdes y marrones de los continentes del planeta Tierra, de nuestra Tierra. Estamos llegando a nuestra Tierra.

    Desciendan cada vez más. Visualicen los mares, las llanuras, las montañas. Vamos a ir girando, porque vamos a entrar en la Tierra en un lugar en el que es de noche. Vamos a ver la Luna brillando en su Cuarto Creciente en el cielo. Vamos acercándonos a una zona muy oscura donde vemos las siluetas de los árboles y escuchamos el sonido de animales. Estamos entrando en la Tierra en un lugar donde hay selva, donde hay jungla. Traten de sentir, en la noche cerrada, los aullidos, los sonidos de toda la vida, de todo lo viviente que hay allí. Hasta que ven un claro en la jungla. En el centro de ese claro, la luz del fuego.

    Diríjanse hacia allí. Allí hay una aldea, una aldea circular, muy protegida por una empalizada y un foso, con guardias armados en la entrada. Acérquense a la aldea, al puente sobre el foso. No tengan miedo, los guardias los reconocen, les dan la bienvenida. Ustedes entran a la aldea. Vean las chozas, sientan el calor de la aldea, el olor a comida. Miren adentro de las chozas, vean los utensilios, los familiares utensilios de los seres humanos. Siéntanse atraídos por las voces de los aldeanos hacia el centro, donde hay un fuego y un estandarte. Alrededor de ese fuego está dispuesta toda la tribu. Conversan, ríen, cocinan su alimento. Pueden oler la comida, pueden ver los rostros de hombres, mujeres, niños, ancianos, madres amamantando a sus hijos. Pueden ver cómo todos se conocen. Han vivido mucho tiempo juntos, desde siempre. Está el calor de haber vivido desde siempre juntos. Son una tribu.

    Vean cómo ustedes van entrando a esa tribu y se sientan alrededor del fuego. Se dan cuenta de que ustedes conocen a esa gente, que ustedes pertenecen a esa tribu. Ustedes son un miembro de la tribu. Pueden escuchar las conversaciones, ver los rostros familiares. Pueden comer la comida que les sirven. Vean el afecto que hay en ese gesto, los recuerdos que evoca el sabor de la comida. Están en casa. Pueden escuchar a los ancianos contando sus relatos, contando las tradiciones de la tribu. Quizás hayan escuchado muchas veces ese relato, pero quieren volver a escucharlo, porque ese relato habla de nosotros. Ustedes quieren escuchar hablar de nosotros.

    Se sienten muy seguros y cómodos. Si ven hacia afuera, hacia la selva, van a ver que hay oscuridad, siguen escuchando los aullidos de los animales peligrosos. Afuera hay peligro, pero ustedes sienten que están adentro, donde no hay peligro, donde hay seguridad. Ustedes están en lo conocido. Están en casa, alrededor del fuego, con los suyos. Ustedes están en casa.

    Esa es la imagen para el signo de «Cáncer».

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