Más allá del pan o del veneno, has buscado el núcleo
donde ser y no ser se funden en la misma luz,
donde se distingue el verbo vivo de la letra muerta.
Si el cuerpo es una cárcel, también lo es el espíritu.
La ascensión del alma es el fruto de sucesivos derrumbes.
No temas, el aliento de tus huesos te fue dado para siempre.
Cuando aceptes que en el mar de tus dolores sobrenadan tres diamantes,
podré darte el beso que despierta,
el gesto que bendice,
la pregunta que obliga a responder,
hasta que llegarás por fin a ser aquel que siempre fuiste,
un mensajero de Dios.
El Dios que baja del cielo es el mismo que sube de la Tierra.
El Dios que baja del cielo es el mismo que sube de la Tierra.
El Dios que baja del cielo es el mismo que sube de la Tierra.