Padre de todos los abismos,
olor nauseabundo que revela la falsedad de los perfumes,
raíz de los espíritus viscosos,
soy la conciencia escondida que desde los sótanos
hace temblar las torres de la fe de un mundo pasajero.
Soy el que exhibe sin pudor su vagina huracanada,
el que viola el huevo de la santidad,
el que se presenta al mundo, sin pudor, con sus llagas abiertas como vaginas hambrientas,
el que defeca sobre los majestuosos órdenes de la razón.
¿Quién se atreve a juzgarme?
¿Quién tiene el poder suficiente para decir si soy malvado o cruel?
Serpiente que hipnotiza las puertas y los puentes,
soy ese despreciado lado oscuro que te necesita para ser completo.
Vengo a robar lo que me pertenece:
lujuria inagotable,
matar sanguinariamente hasta saciar a mi bestia.
Que el pantano de los reinos inferiores sea reconocido,
que la conciencia sea inundada por mi risa.
Déjame ser la sagrada bestia donde vive un ángel.