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10. Visualizacion Capricornio

    Vean otra vez al caballo blanco galopando en la pradera, al jinete de ropas livianas riendo y cantando, siguiendo la flecha de fuego. Sientan otra vez que ustedes son ese jinete. Sientan otra vez las ganas de cantar, de reír. Gocen del galope y vean cómo en el horizonte se va agrandando la forma de una montaña muy oscura, que al acercarse se hace inmensa y en cuya cima hay un resplandor. Vean cómo la flecha de fuego se oculta en ese resplandor, desaparece allí y ya no regresa; ustedes se dan cuenta de que han llegado a destino. Siéntanse a los pies de una gigantesca montaña de roca muy oscura cuya cima, desde la base, ya no pueden ver porque se pierde entre las nubes. Pero saben que en esa cima está el resplandor. Dense cuenta de que tienen que bajarse del corcel. Van a sentir frío allí y sacarán de sus alforjas una capa oscura con capucha para envolverse en ella.

    Van a darse cuenta de que el caballo ya no podrá acompañarlos y deben despedirse de él. Háganlo y empiecen a ascender la montaña. Sientan que están decididos a llegar y que hay un tiempo para hacerlo. Avancen paso a paso. Vayan poniendo las manos y los pies en los lugares que sientan sólidos y seguros, aunque sean arriesgados. Sientan el esfuerzo que deben hacer con el cuerpo, cómo tienen que ser flexibles y decididos. Paso a paso, lentamente, van subiendo. Ustedes van a llegar. Sientan que no tienen otra opción más que llegar a la cima, lentamente. Sientan cómo sopla un viento helado. Sientan ese viento en las manos, en la cara. La roca está muy fría y es cortante. A momentos, sienten que no pueden respirar en ese viento, pero seguirán subiendo, paso a paso, concentrados en lo que hacen.

    Se dan cuenta de que avanzan por cornisas peligrosísimas y que no pueden distraerse. A sus pies se abre un abismo y deben estar muy atentos. De vez en cuando, atraviesan torrentes de agua cristalina que corre por las rocas. En esas aguas flotan flores hermosas y nadan peces de colores, pero ustedes no pueden detenerse a observar todo eso. Siguen. Imaginen que han subido durante mucho tiempo, que ya están avanzando entre las nubes y la niebla, y se hace cada vez más difícil porque no pueden ver con claridad, pero sienten que están más cerca. Sus manos se hunden en la nieve y el hielo, al igual que sus pies. Se dan cuenta de que están llegando a la cima, ya caminando sobre la nieve y el hielo. De pronto, pueden ver frente a ustedes el resplandor casi enceguecedor de esa cima. Han llegado. Avancen entre la nieve y el hielo hacia el resplandor. Casi no pueden mirar por su brillo, hasta que se dan cuenta de que el resplandor está al otro lado de un abismo y no pueden llegar a él.

    Miren hacia abajo la enorme grieta de la que no pueden ver el fondo. Empiecen a caminar al borde de la grieta buscando un paso. Sientan el viento, la nieve y el frío. No encuentran el paso, pero insisten, hasta que al fin encuentran, bamboleándose en el viento, un puente de soga colgante, muy rudimentario, que pasa sobre el abismo. Nuevamente, sienten el alivio de estar al alcance de la meta, de haber cumplido con su objetivo. Sientan esa satisfacción al llegar al puente. Y antes de atravesarlo, tendrán ganas de mirar hacia atrás, de contemplar todo el camino recorrido. Traten de mirar hacia abajo, a través de las nubes, ese pequeño punto que es el caballo blanco que los acompañó. Mucho más lejos, a través de la llanura, los ríos y los bosques, vean aquel lugar donde lucharon con el dragón. Vean el anillo de montañas que rodea el valle de origen. Casi pueden imaginar el trigal, la colina con las cuatro rocas, la aldea de la cual provienen. Tomen conciencia de todo el camino, de todos los pasos, de todo el esfuerzo. Sientan la satisfacción de haber llegado.

    Y con esa satisfacción, se darán vuelta para cruzar el puente. Pero verán que en el puente ha aparecido un extraño ser que les impide el paso. Es una gran cabra con un ojo en la frente y con una cola de reptil que cuelga sobre el puente. Esa cabra les hará una pregunta de cuya respuesta depende su paso. La cabra tiene la voz de todas las voces de la humanidad, de todos los sonidos de los animales y de la naturaleza. Traten de escuchar esa voz infinita, llena de ecos. Esa voz les preguntará: “¿quién ha hecho este camino?…”

    Esa es la imagen para el signo de Capricornio…

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